19 sept 2010

Vieja y nueva partidocracia



Cada vez es más difícil creer que hubo una partidocracia corrupta, porque después de cuatro años de Correa, el eje de la lucha contra la corrupción en vez de llenar las cárceles, las mantiene vacías.

A pesar de ello, es evidente que el cuerpo social lleva las huellas malditas de los experimentos de Hurtado, Febres Cordero, Dahik, Mahuad y los privilegiados grupos políticos y económicos que nos gobiernan desde 1979 a la fecha.

Otra prueba irrefutable de la existencia de la partidocracia es la presencia e influencia de viejos políticos y la continuidad de estilos, por edicto congénito, en los jóvenes hijos de la nueva partidocracia.

Hoy la coordinación ejecutivo – legislativo es una aplanadora que entrega sin armonía y aceptación social, leyes en serie (Educación Superior, Servicio Público, COOTAD, Hidrocarburos, etcétera), pese a ser más decisivas que las “troles”.

Para hacerlo, por supuesto que se necesitan aliados, como aquella gente que dice ser socialista pero que realiza sus asambleas con lujo y logística inconcebible para una organización popular.

Y como se trata de asegurar mayoría legislativa, se encumbra a los versátiles de ADE y a los independientes, ¡entre los que aparecen brillantes oradores sin una intervención en el pleno!

Con ellos es posible librarse de las presiones del Movimiento Popular Democrático y Pachacutik, quienes condicionan sus votos y se visten de oposición, pese a que apoyaron y apoyan a la nueva partidocracia. Acaso no son muchos de sus miembros y simpatizantes figuras claves del Estado desde el ocaso de Lucio Gutiérrez.

La nueva partidocracia y sus aliados han sido enfrentados por el altivo movimiento indígena y su legítimo representante, la CONAIE, los que han logrado frenar la Ley de Recursos Hídricos.

La nueva partidocracia ha fracasado hasta ahora frente a los medios de comunicación y ha tenido que guardarse su “ley mordaza”. Por ello, la CONAIE y los periodistas somos atacados, pero al sostenernos en la justicia y la verdad, por el bien de la sociedad, logramos el sincero apoyo popular.

Por su altivez y rebeldía, la CONAIE y los periodistas han logrado éxito en sus convocatorias, la presencia de los ciudadanos ha sido espontanea y masiva. Es de justicia reconocer que el Movimiento Popular Democrático y Pachacutik cuentan también con esta fortaleza, lograda después de décadas de sacrificada lucha de sus bases.

La nueva partidocracia no puede decir lo mismo. De hecho, pese al reforzamiento de los medios de comunicación oficiales y la ágil colaboración de prefectos y alcaldes para complacer egos de las autoridades, el pueblo no asiste a sus reuniones, marchas, asambleas y programas de televisión.

El problema de la nueva partidocracia es que no tiene rebeldía, sinceridad e ideología. Dicen ser bolivarianos, alfaristas, socialistas, marxistas, antiliberales, capitalistas, globales, ecológicos, etc. según con quién y dónde estén… son más inteligentes que Hugo Chávez, Hillary Clinton, Lula y Santos juntos.

La nueva partidocracia no tiene unanimidad ni diversidad de pensamiento sobre el mercado, Estado, planificación, desarrollo, historia, banca, ALBA y otros asuntos claves. Su acción se define por los intereses y la emoción. ¡El llamado Plan de Desarrollo Nacional es una sinfonía para sordos; y, las rectorías de los sistemas, un guión que se escribe, después de terminadas las escenas!

Que sí tienen doctrina dicen… ¡el socialismo del siglo XXI!, es decir, un licuado de marxismo revolucionario, bolchevismo centralista, Teología de la Liberación, el pensamiento bolivariano y la teoría cubana. Lo extraño es que todavía no incluyen a Barcelona; J.J.; la literatura de Gabriel García Márquez, y… al Chavo del Ocho.

Concediendo el beneficio de la duda, si fuera cierto que para la nueva partidocracia, el socialismo del siglo XXI es una opción real al capitalismo y al socialismo de Estado, que se construye sobre la crítica de éstos. Por qué, en los hechos, la nueva partidocracia es devoradora de recursos acumulados y ante los ciudadanos, estatista.

La vieja partidocracia mortificó a los verdaderos seguidores de Smith, Keynes, Marshall, Friedman y Stiglitz; la nueva hace lo mismo con los de Marx, Engels, Trotsky, Rosa de Luxemburg, Leonardo Boff, Simón Bolívar, Hugo Chávez y Fidel Castro. ¡Lo que es peor, prueba que la mortificación ya es de todos!

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