19 sept 2010

Medardo: tragedia griega



Ante los problemas que está viviendo el distinguido Maestro y Amigo, Dr. Medardo Mora Solórzano, se me ocurre parangonar su vida, con lo sucedido a personajes de las tragedias griegas, que escribieron los clásicos: Esquilo, Sófocles y Eurípides.

Medardo es indudablemente un ser humano superior. Un manabita que enaltece nuestra estirpe. Constituye, sin lugar a dudas, el manabita más representativo de nuestro tiempo.
Medardo es un símbolo cultural. Es como decir: Medardo es Manta; o más propiamente, Manta es grande porque tiene ejecutivos de visión universal, como Medardo Mora.

La UNIVERSIDAD ULEAM, es grande porque tiene un Rector de la prestancia, honorabilidad y civismo de este personaje.

El puerto de la Diosa Umiña no habría logrado su desarrollo actual; su progreso incontenible, su vigor académico, su reconocimiento general como ciudad cosmopolita y digna de vivir en ella, si no tuviera la impronta progresista de Medardo.

Por eso, los grandes hombres despiertan resentimientos y celos en los mediocres; los que no pueden alcanzar la luz de la consagración y la admiración ciudadana. Así fue siempre. Así, lamentablemente, seguirá siendo. Tragedia de la humanidad, que está vigente, desde las primeras civilizaciones. Se vivió en la Grecia inmortal. También durante el Imperio Romano. En la Atenas de Sócrates, de Pericles, de Platón, de Aristóteles. En la Roma de Julio César; en el Ecuador de Eloy Alfaro. Y también, ahora. En el Manabí, de Medardo Mora.
¡Oh, humanidad!… ¿Quién entiende tus desvíos?

Por eso, querido amigo y comprovinciano, Medardo Mora, no te asombres de la ingratitud y las traiciones… aún de aquellos que más has servido, ayudado y encumbrado.
Esa es la tragedia que tienes que vivir, por tu propia grandeza. Recíbelo con filosófica resignación. Es el pago como tributo a tu inmarcesible grandeza.

No te olvides que Eloy Alfaro murió traicionado por sus grandes amigos y colaboradores. El fantasma de Leonidas Plaza también ronda por la ULEAM.

No importa maestro. Ya nada puede destruir tu nombre. Eres lo que eres… y basta. Y así te ofendan, nunca alcanzarán tu estatura.

Mira con indiferencia a aquel insolente que pretendió ofenderte. A tus propios colegas que intentan reemplazarte, sin saber que no llegarán a tu dimensión.
Es el destino de los grandes. Lo mismo le pasó a Jesús, al Mahatma Gandhi, a Lincoln a Kennedy a Julio César.

Al gran Julio César… que tuvo que decir, cuando lo asesinaban: “¡Hasta tú, Brutus¡”
Y sin lugar a dudas… hay muchos BRUTUS, en tu entorno.

No importa Medardo, maestro y filósofo. Nosotros los derrotaremos.

Tenlo por seguro. Ya que la conspiración y la maldad de tu tragedia por ser grande, humanista y altruista, nosotros nos encargaremos de vencerla. ¡SURSUM CORDA!

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