19 sept 2010

Grandes Revoluciones



El Hombre a través de los tiempos ha manifestado afán de cambio. Cuando las sociedades están bien, cambian para estar mejor y cuando están mal cambian frecuentemente por algo o alguien que represente lo contrario.

Las cosas cambian, valga la redundancia. Eso explica hoy, el prestigio de la palabra revolución, entendida como el cambio rápido y profundo en cualquier cosa. También, como el cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación. Ahora, si soy partidario de la revolución, aunque sea solo de palabra, ya soy revolucionario. En estos tiempos debemos valorar otras revoluciones, que pese a no ser tan publicitadas marcan al mundo.

La Revolución de la información
Son los cambios principales en la producción y el uso de la información ocurridos desde 1970 a la fecha. A lo largo de la historia, las sociedades humanas han tenido especialistas en información y tecnologías de la información; pero, hay dos tendencias relacionadas, una social y otra tecnológica, que apoyan el diagnóstico de que en la actualidad está ocurriendo una revolución de la información.

Se acentúan los cambios sociales y de organización. El procesado de información es cada vez más evidente e importante en la vida económica, social y política. De hecho, los empleos relacionados en actividades de la información aumentan en forma geométrica. En muchas sociedades industrializadas son ya la primera fuerza laboral. Las categorías más importantes son los procesadores de información, productores de información, distribuidores y trabajadores de infraestructura de la Red.

En cuanto al cambio tecnológico. Las nuevas tecnologías de la información basadas en la microelectrónica, junto con otras innovaciones, como los discos ópticos o la fibra óptica, permiten enormes aumentos de potencia y reducciones de coste en toda clase de actividades de procesado de información. La informática y las telecomunicaciones son en la actualidad sectores que han convergido alrededor de algunas actividades clave, como el uso de Internet.

Las sociedades modernas han adoptado las nuevas tecnologías mucho más rápido, que otras tecnologías revolucionarias del pasado, como la máquina de vapor o el motor eléctrico. Por ejemplo, el microprocesador se ha convertido en algo corriente en oficinas y hogares: no solo está presente en los ordenadores, sino en una inmensa variedad de dispositivos, desde teléfonos o televisores hasta lavadoras o juguetes infantiles.

Algunos analistas consideran que el resultado de la revolución de la información será tan profundo como el cambio de la sociedad agrícola a la industrial. Otros consideran que la transformación es esencialmente un cambio de una forma de sociedad industrial a otra, semejante al ocurrido en anteriores revoluciones tecnológicas. Una cuestión fundamental es la velocidad a la que se adaptarán las instituciones sociales para aprovechar las nuevas formas de hacer las cosas que son posibles gracias a las nuevas tecnologías.

El resultado de la revolución de la información debe estar en manos de las acciones y decisiones sociales, no solo de los avances tecnológicos. Igual que las sociedades industrializadas toman diversas formas en todo el mundo, y existen diferentes formas de vida dentro de las mismas, es probable que en el futuro haya una variedad de sociedades de la información, entre las que se distinguirán aquellas que emplean la tecnología a favor de la libertad, no para la opresión como es el caso de Birmania, Corea del Norte, Cuba, China, Irak e Irán.

Revolución de la Libre Empresa
La empresa privada se refiere de un modo más concreto a una empresa individual que corresponde a dicho sector. La empresa privada asume todos los riesgos inherentes a una actividad económica. Los individuos que crean una empresa privada buscan la obtención de beneficios o ganancias.

En las sociedades libres, una parte importante del producto nacional bruto (PNB) la producen las empresas privadas, los agricultores e instituciones no gubernamentales como universidades y hospitales privados, cooperativas y fundaciones. En ellas se considera que la propiedad pública de medios de producción y la intervención pública en la fijación de precios son excepciones.
La teoría tradicional conjetura que la empresa pretende maximizar beneficios y que ignora a la sociedad. Las interpretaciones más recientes intentan tener en cuenta las complejas características de las empresas modernas, incluyendo la responsabilidad social y la conservación del medio ambiente. De este modo, según las concepciones modernas, las empresas prefieren aplazar el objetivo de la maximización de ganancias para lograr beneficios satisfactorios a mediano y largo plazo.

Revolución del emprendimiento en Manabí
Pese a tener condiciones cada vez más adversas, los emprendedores de Manabí siguen trabajando duro por el futuro de su familia y su provincia. Y lo hacen pese a no existir un entorno tecnológico industrial apropiado, cultura asociativa y voluntad competitiva. Peor aun, el modelo centralista y concentrador desmotiva a ubicar empresas fuera de Quito, entonces apostar por Manabí es sinónimo de gran audacia cuando la experiencia aconseja llevar los capitales a otros sitios como ya lo han hecho algunos empresarios pesqueros que están en Perú).

La empresa privada manabita instala hoteles, restaurantes, talleres, clínicas por su cuenta y sin apoyo institucional alguno más bien se complica al soportar el acaso y persecución del SRI. Su gente es sana, no contaminada con la política, rechaza hacer negocios con los estatistas porque hacerlo es correr el riesgo de la corrupción y detestan a la inválida mediocre burocracia dorada de aquí y de allá que vive cómodamente con sueldos anual de un cuarto de millón de dólares, siempre bajo la sombra del Estado y sin haber sembrado jamás nada productivo.

Los nuestros, son una nueva generación de emprendedores, autonomistas manabitas, que llevan el sello de Eloy Alfaro empresario. Ya lo dijo el Mayor Alfarista de nuestro tiempo, Dr. Medardo Mora Solórzano: “Una de las grandes ventajas que tuvo Alfaro fue la de haber aprendido a vivir de su esfuerzo, de su trabajo creador, no vivió del trabajo ajeno, sabía como lo saben los verdaderos revolucionarios que "las tortillas no se hacen con palabras, se hacen con maíz" como lo dijera en aleccionador y bien logrado pensamiento ese gran líder mexicano que fue Emiliano Zapata”.

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