19 sept 2010

Civismo en crisis



El pueblo francés, uno de los más revolucionarios del mundo, nos enseñó con la práctica el significado de civismo, que es el comportamiento respetuoso del ciudadano hacia la sociedad o un entusiasmo por las instituciones e interés por la patria.

Los manabitas hemos sido laboriosos y alegres, por tantos seres predispuestos, gracias a la educación, al civismo.

Lamentablemente, los hechos vividos en las últimas décadas en el país y el mundo, la consolidación del centralismo quiteño y la perversa complicidad de algunos comprovincianos han borrado la sonrisa de la cara y el fervor cívico en la mayoría de los manabitas.
Después del holocausto alfarista en Esmeraldas y Manabí, el Estado dejó las balas por métodos menos aparentes pero igualmente letales. En la mente de los sucesores de los Alfaro y de los Concha se ha esculpido un sentimiento de inferioridad que se traduce en una actitud de derrota, conformismo e inferioridad.
Pero la Tierra persiste y las madres siguen pariendo mujeres y hombres capaces, inteligentes, valientes, decididos, con un juicio crítico y equilibrado de la realidad.
Y esto pese a que el sistema estatal es sinónimo de corrupción, la educación no fomenta la autoestima y nos siguen arrebatando nuestro patrimonio natural, turístico y arqueológico.
A todo esto se suma, el centralismo en el deporte olímpico y profesional, el centralismo cultural que transformó en cuencano al Sol de Oro, el sombrero de Montecristi y diversos tipos de artesanías.

Ya desaparecieron, la CRM, CEDEM, JRH, CORPECUADOR. Y las universidades, el Consejo Provincial y los municipios están en peligro de ser intervenidos por los “puritanos” “todólogos de cafetín” del centralismo.

Y para colmo de todos los males, se sumó a la gran conjura el famoso gobierno de la “revolución ciudadana”, los que vociferan a los cuatro vientos que son los alquimistas inventores del “socialismo del siglo XXI” de cuya fanfarronada lo único que han hecho es causar la destrucción de la república, atentar contra la libre expresión, sembrar el odio entre los ecuatorianos, desintegrar a instituciones históricas y revivir el viejo, caduco y trasnochado modelo CENTRALISTA.

Cierto es que hay complicidad de autoridades provinciales y cantonales que no saben cantar el Himno de Manabí, desconocen su Bandera auténtica, creen defender los límites provinciales con acciones hilarantes, se mantienen de pie con el soporte publicitario y la vista gorda de los Poderes del Estado, (porque la fiscalización ya no es de nadie y la santificación ya es de todos).

Por desventura, los que se encaramaron en el poder, inclusive, utilizando sistemas ilícitos en lo moral y político, salvo honrosas excepciones, han administrado los dineros, que son del pueblo, con mentalidad de “hacendados” o empresas propias, al Consejo Provincial, a los municipios, sujetos de baja estofa, sin ideología, sin principios éticos, que poco o nada les interesa el progreso social y económico de la provincia, ignoran lo que es el “buen vivir”; peor luchar con clara conciencia por lograr que Manabí se gobierne con autonomía. ¡Simple! No hay civismo, no hay amor para ejecutar acciones con decisión y un profundo manabitismo por nuestra tierra, por nuestra historia, y nuestra identidad.

Por suerte, la identidad regional de Manabí es sólida y evoluciona con dignidad y orgullo. Es nuestra ventura ser el pueblo elegido de la nacionalidad ecuatoriana, cibernética, moderna, republicana, independiente, cuasi colonial y pre hispanoamericana.

El detalle es que los manabitas despreciamos lo burocrático, nos desmotiva la práctica politiquera, no manipulamos cifras tributarias, jamás nos adueñamos de presupuestos, no tenemos vocación de parásitos, no disponemos abusivamente de comarcas ajenas, no oficiamos de represores ni de custodios de un sistema injusto y corrupto.

En cambio, nos entusiasma el trabajo, la libertad y el amor a la tierra y el mar.

Nos alegramos con desfiles, exposiciones pictóricas, condecoraciones, presentaciones artísticas, elecciones de reinas, sesiones solemnes, regatas marinas e inauguración de obras con pintorescas excentricidades entre guirnaldas y actos circenses.

Nos emocionan las fiestas familiares estudiantiles, religiosas, de provincialización, cantonización, de evocación histórica.

Por tanto, la crisis de civismo no es responsabilidad del pueblo, sino de aquellos que cínicamente le culpan, pese a que las masas populares y productivas, sin sonreír, están cumpliendo sus tareas en los ámbitos de la cultura, educación, comunitario, cívico, deportivo, ambiental y empresarial de la provincia autónoma de Manabí.

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