8 mar 2010

Tomás Eloy Martínez, con coraje

A Tomás Eloy le encantaba hablar con optimismo de dos temas esquivos: la enfermedad y la muerte. El estaba seguro que la vida hay que gozarla, porque nada pasa como uno cree que va a pasar.

Dicen que cuando a Tomás le descubrieron un tumor cerebral que debían extirpar urgentemente, le dijeron que tenían que operarlo consciente para poder verificar, mientras aplicaban el bisturí láser dentro de su cabeza, si estaban tocando los puntos adecuados. Como si fuera un afinador de pianos, el cirujano no sabría si estaba actuando adecuadamente a través de la coherencia del discurso de su paciente. Tomás le propuso relatarle la novela que estaba escribiendo y, al mismo tiempo, se entusiasmó pensando en que incluiría en un futuro libro la inverosímil experiencia que estaba viviendo.

Así era él, un hombre que enfrentaba la muerte con coraje, dignidad, optimismo y curiosidad.

Intelectual comprometido con su tiempo y con la historia. Admirable como persona, extraordinario como escritor, periodista y guionista de cine.

Con su partida el 31 de enero recién pasado, las letras y el periodismo latinoamericano sufren una pérdida irrecuperable.

Indiscutible, Tomás Eloy tuvo coraje porque dijo y escribió lo que pensaba en el momento en que lo tenía que decir. No después, cuando es más fácil y el tiempo ofrece una mejor perspectiva y también un peligro menor.

Tomás Eloy Martínez nació en la argentinísima Tucumán, el 16 de julio de 1934.

En el mundo de las letras y el periodismo fue casi todo: licenciado en Literatura Española y Latinoamericana, Maestro en Literatura, crítico de cine, jefe de redacción, corresponsal , creador, fundador, director, académico, conferenciante, doctor honoris causa. Recibió el Alfaguara, un Cóndor de Plata y el Ortega y Gasset.

No tuvo el Nobel ni el Pulitzer, pero eso importa poco, cuando se vive con convicción pura.

De sus obras, una se hizo humo. La pasión según Trelew (1974), cuya tercera edición fue quemada en la plaza del III Cuerpo de Ejército, en Córdoba, por la dictadura militar que detestó la osadía de Martínez de referirse sobre el asesinato de un grupo de guerrilleros durante la dictadura militar de Alejandro Lanusse, en 1972.

Otra llegó a la Torre de Babel: Santa Evita (1995), la novela argentina más traducida de todos los tiempos. Santa Evita trata sobre el increíble derrotero del cadáver de Eva Perón fallecida en 1952, la carismática segunda esposa del tres veces presidente Juan Domingo Perón.

Pero eso no fue todo: Estructuras del cine argentino (ensayo) 1961; Sagrado (novela) 1969; Los testigos de afuera (ensayo de crítica literaria) 1978; Lugar común la muerte (colección de relatos) 1979; Ramos Sucre. Retrato del artista enmascarado (ensayo de crítica literaria) 1982; La novela de Perón (novela) 1985; 1991: La mano del amo (novela) 1991; Las memorias del General 1996; El suelo argentino 1999; Ficciones verdaderas 2000; El vuelo de la reina (premio Alfaguara) 2002; 2003: Réquiem por un país perdido (ensayos y crónicas periodísticas) 2003; Las vidas del General 2004; El cantor de tango (novela) 2004; y, Purgatorio 2008.

Después de su exilio en Venezuela entre 1975 y 1983, Tomás Eloy, regresó a Argentina, desde donde, el 31 de enero, partió sereno pero decidido, a un prodigioso lugar común.