Barcelona Spórting Club perdió por goleada, por un error de su presidente, el publicista, empresario, dirigente deportivo y político Eduardo Maruri Miranda, quien encabeza el directorio que impuso el veto al periodista Carlos Víctor Morales, impidiéndole ingresar al estadio Monumental, violando de paso, los derechos a la libertad de expresión y el derecho al trabajo del conocido comunicador social.
Al igual que Kléber Chica, presidente de AER Núcleo del Guayas, todos los comunicadores sociales rechazamos categóricamente la inoportuna decisión del Directorio de Barcelona que coarta la libertad de expresión. Todavía más, Chica ha dado un noble ejemplo a los empresarios de medios y periodistas deportivos de Manabí, para que demuestren solidaridad y compañerismo.
Eduardo Maruri abrió el marcador ¡un autogol inédito!, cuando se convirtió en verdugo con el pretexto que lo hacía para que se respete a Barcelona y castigar a Carlos Víctor Morales que se habría transformado en detractor feroz a la gestión presidencial de la institución deportiva más popular del país.
Por su parte, el periodista Carlos Víctor Morales quien trabaja como comentarista en radio Tropicana, Canal Uno y como articulista en diario Súper, dijo que el impedimento del 13 de febrero, justificaría una acción legal para precautelar sus derechos. Ojalá lo haga, pero no es prioritario para la sociedad seguir las incidencias de la pugna Barcelona-Morales, si éstas se transforman en capítulos de farándula barata.
Lo fundamental es que hasta ahora, con la derrota de Barcelona, es la sociedad ecuatoriana la que ha sufrido otro agravio a la urbanidad y el estado de derecho.
Ya no basta con que el poder político denigre al periodismo y que los periodistas sean considerados horrorosos, bestias y la peor calidad de gente. Ya no es suficiente que un periodista sea expulsado del Palacio de Carondelet o que un presentador sea despojado de la pantalla por insinuación de un funcionario gubernamental.
Desde hace poco tiempo un periodista no es nadie para pedir transparencia. Su presencia no es grata en muchas instituciones: ¡ministerios, hospitales y tribunales lujosos, pero apestosos a corrupción!
En esta crisis moral y social, tenía que pasar…los santuarios del deporte que son un espacio natural para los periodistas deportivos, ¡también tenían que cerrar las puertas! Ahora Carlos Víctor Morales no puede ingresar a un estadio de futbol. Así las cosas, a un periodista no le permitirán siquiera el acceso a un baño público, aunque esté repleto de excrementos.
Los periodistas mantenemos inquietos a los poderosos y algunos de ellos no tienen otra opción que convertirse en censuradores ya vencidos por la constancia de un hombre que trabaja en caliente, que persiste, que resiste, persigue los hechos día a día.
Bien lo dijo, Andrew Vachss: “El periodismo es la protección entre la gente y cualquier clase de regla totalitaria. Es por eso que mi héroe, obviamente dañado, es periodista.”
Las circunstancias han convertido a Carlos Víctor Morales en un “héroe dañado”, incluso ante la posibilidad que él haya olvidado que la misión de un periodista deportivo es orientar tanto al aficionado como al deportista y al dirigente, a que vean al deporte como una actividad en la que se gana, empata y se pierde, pero más allá del resultado siempre debe imperar el respeto, armonía y amistad.
Pero nada. Absolutamente nada justifica que Eduardo Maruri Miranda, como político y comunicador social, de demócrata y hombre de ideas libres se haya transformado en un opresor de la libertad de expresión.
Al no tomar en cuenta el señor Maruri que el país necesita ejemplos de tolerancia, equilibrio y respeto y que entre el club y los medios de comunicación deben existir las mejores relaciones posibles, provocó el peor resultado de esta temporada: Barcelona 0 – Censura 7.
Al igual que Kléber Chica, presidente de AER Núcleo del Guayas, todos los comunicadores sociales rechazamos categóricamente la inoportuna decisión del Directorio de Barcelona que coarta la libertad de expresión. Todavía más, Chica ha dado un noble ejemplo a los empresarios de medios y periodistas deportivos de Manabí, para que demuestren solidaridad y compañerismo.
Eduardo Maruri abrió el marcador ¡un autogol inédito!, cuando se convirtió en verdugo con el pretexto que lo hacía para que se respete a Barcelona y castigar a Carlos Víctor Morales que se habría transformado en detractor feroz a la gestión presidencial de la institución deportiva más popular del país.
Por su parte, el periodista Carlos Víctor Morales quien trabaja como comentarista en radio Tropicana, Canal Uno y como articulista en diario Súper, dijo que el impedimento del 13 de febrero, justificaría una acción legal para precautelar sus derechos. Ojalá lo haga, pero no es prioritario para la sociedad seguir las incidencias de la pugna Barcelona-Morales, si éstas se transforman en capítulos de farándula barata.
Lo fundamental es que hasta ahora, con la derrota de Barcelona, es la sociedad ecuatoriana la que ha sufrido otro agravio a la urbanidad y el estado de derecho.
Ya no basta con que el poder político denigre al periodismo y que los periodistas sean considerados horrorosos, bestias y la peor calidad de gente. Ya no es suficiente que un periodista sea expulsado del Palacio de Carondelet o que un presentador sea despojado de la pantalla por insinuación de un funcionario gubernamental.
Desde hace poco tiempo un periodista no es nadie para pedir transparencia. Su presencia no es grata en muchas instituciones: ¡ministerios, hospitales y tribunales lujosos, pero apestosos a corrupción!
En esta crisis moral y social, tenía que pasar…los santuarios del deporte que son un espacio natural para los periodistas deportivos, ¡también tenían que cerrar las puertas! Ahora Carlos Víctor Morales no puede ingresar a un estadio de futbol. Así las cosas, a un periodista no le permitirán siquiera el acceso a un baño público, aunque esté repleto de excrementos.
Los periodistas mantenemos inquietos a los poderosos y algunos de ellos no tienen otra opción que convertirse en censuradores ya vencidos por la constancia de un hombre que trabaja en caliente, que persiste, que resiste, persigue los hechos día a día.
Bien lo dijo, Andrew Vachss: “El periodismo es la protección entre la gente y cualquier clase de regla totalitaria. Es por eso que mi héroe, obviamente dañado, es periodista.”
Las circunstancias han convertido a Carlos Víctor Morales en un “héroe dañado”, incluso ante la posibilidad que él haya olvidado que la misión de un periodista deportivo es orientar tanto al aficionado como al deportista y al dirigente, a que vean al deporte como una actividad en la que se gana, empata y se pierde, pero más allá del resultado siempre debe imperar el respeto, armonía y amistad.
Pero nada. Absolutamente nada justifica que Eduardo Maruri Miranda, como político y comunicador social, de demócrata y hombre de ideas libres se haya transformado en un opresor de la libertad de expresión.
Al no tomar en cuenta el señor Maruri que el país necesita ejemplos de tolerancia, equilibrio y respeto y que entre el club y los medios de comunicación deben existir las mejores relaciones posibles, provocó el peor resultado de esta temporada: Barcelona 0 – Censura 7.