3 ago 2007

Identidad y Autonomía

Siendo el hombre un animal “reflexivo”, sujeto y objeto de su propio conocimiento, tiene la gran responsabilidad histórica de ir marcando rutas y así definir su propio destino para construir su realidad humana con la más absoluta conciencia y defender su identidad individual o colectiva proyectándola hacia el ejercicio cotidiano como una fuente de dignidad, orgullo y representatividad en su entorno regional y nacional.

Hemos afirmado por repetidas ocasiones que Manabí es una región, de la que todos debemos estar concientes que al cumplir con este requisito, geopolíticamente hablando tenemos la fuerza necesaria para hacernos respetar y convertir a Manabí en La Primera Provincia Autónoma del Ecuador. Al afianzar esta tesis recurrimos al pensamiento de Jesús Andrés Vela, s.j. que en su libro Técnicas de Concientización señala que “la Conciencia no es una entidad, sino el hecho vital en el hombre de volverse sobre sí mismo y reflejar de una manera consciente sus actitudes de vida en relación con la realidad. El reflejo de la realidad “objetiva” a través de la percepción no es conciencia sino Conocimiento. La Conciencia supone un desdoblamiento sobre el yo “como en relación con el mundo de los otros yos o del mundo objetivo pero de una u otra manera humanizado”. Esto quiere decir que el campo directo de la conciencia son las actitudes propias como relacionales. Y que para la Conciencia la Realidad es lo histórico y humano”.

Cuando hablamos de identidad y conciencia no queremos referirnos al prototipo del hombre como modelo, sino más bien a la pureza antropológica del ser humano que posee raíces propias para bifurcarlas con absoluta identidad donde inclusive no existan limitantes ni fronteras para hacerlo. Estos son inclusive los desafíos que se imponen en un mundo globalizado, por eso, “la noción de identidad cultural de los pueblos es tan importante como su capacidad de producción”. La coherencia regional no se logrará únicamente con tasas de crecimiento, sino con los productos culturales que la interpreten y critiquen, Porque como decía Lamartine: “Un pueblo sin alma es solamente una multitud”. Entonces, esto revela que para enfrentar los “nuevos modelos de desarrollo” que se imponen en las sociedades cambiantes tiene que necesariamente ampliarse la concientización de lo que somos y de lo que queremos ser en los anchos cauces del desarrollo y del progreso de los pueblos.

Nuestro afán es ir desglosando la tesis del autonomismo manabita, de tal manera que las presentes y futuras generaciones vayan asimilando la importancia que tiene nuestra provincia como región para fortalecer la propuesta de la autonomía, donde se generen los cambios sustanciales y así desterrar los caducos sistemas administrativos que desentonan con la modernización, los avances tecnológicos y la internacionalización de las autopistas de la información, es decir, que todo tiene que girar de lo primario a lo universal. De lo particular a lo general.

¿Estamos en capacidad los manabitas para cimentar las bases de una autonomía provincial? Claro que sí, si todos con plena conciencia de manabitas nos alejamos del pesimismo, de las negativas influencias externas, de los complejos y del miedo. ¿Acaso no tenemos conciencia de que somos una provincia eminentemente rica? Por eso, sin vanidad alguna tenemos que sentirnos orgullosos de nuestra cultura que es creación humana de todo lo que existe en nuestro entorno natural. “La naturaleza le es dada al hombre; la cultura es necesario crearla. Todo lo que existe sobre la tierra tiene así un doble origen, o es naturaleza debido a la obra extrahumana, o es cultura debido a la obra humana. Desde que el hombre-aborigen manabita ha demostrado poseer y transmitir de generación en generación una rica cultura al transformar “una piedra que la naturaleza le brindó al hacerla un hacha; el hacha deja de ser naturaleza (piedra), para convertirse en un elemento cultural, ya que la piedra al ser convertida en hacha ha sido dotada de sentido”. El hombre manabita ha probado que la cultura de un pueblo es un todo, con ese derecho histórico podemos ser UNA PROVINCIA AUTÓNOMA “por la razón o por la fuerza”.

¿Pero qué entendemos por cultura? Sin ambages ni dubitaciones, lo señala el historiador peruano Gustavo Pons Muzzo que “Todo viviente, que se va transmitiendo de generación en generación y de pueblo en pueblo. Y como todo organismo vivo, está también en constante transformación, en constante devenir. Cada generación aporta nuevos elementos culturales, mientras que otros desaparecen porque van perdiendo su sentido dentro del grupo, su razón de ser. La cultura así, se desarrolla en el tiempo, es un producto de la continuidad en el tiempo”.

El horizonte está trazado. La convicción y el compromiso tienen que ser de todos los manabitas para lograr la autonomía provincial. La conciencia debe estar más clara que nunca para alcanzar en hechos reales y tangibles un mejor porvenir para todos los manabitas. Con identidad, cultura, conciencia y autonomía dejaremos de ser la provincia marginada de todos los tiempos. La ingobernabilidad y el centralismo ya no tienen oxígeno de justicia, democracia y equidad para un Ecuador que necesita renacer.

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