Las debilidades de la Educación Superior han servido al Presidente de la República para seguir avanzando con su idea de Universidad, la que cuenta con un abrumador respaldo de una opinión pública desinformada y la participación cómplice y traicionera de gente de los propios centros académicos, que en la práctica, son un verdaderos caballo de troya.
La respuesta profunda de la Universidad ecuatoriana debe ser brindar una educación de calidad, aquella cuyos contenidos respondan convenientemente a lo que el estudiante requiere para desarrollarse como persona intelectual, afectiva, moral y física, y para desempeñarse adecuadamente en los diversos espacios de la sociedad.
Es en la Universidad donde debe valorarse a la persona como eje de nuestro mundo, es decir, el hombre antes que el estudiante, ya que este es el resultado de la interacción de diversos factores entrelazados unos con otros, ya sean de naturaleza innata o adquirida, expresados en una individualidad humana.
Y como humano será bueno o malo, honesto o corrupto, trabajador o perezoso, moral o desviado sexual, ciudadano o vendepatria. Pero de manera alguna, la Universidad, ente supremo del pensamiento, la política y la producción, puede lavarse las manos, porque está probado que los valores positivos o negativos incidirán favorable o negativamente en la gente que ha estado en sus aulas.
Comprender y aceptar esto es de particular importancia para las autoridades y los docentes, pero lo es más que lo entiendan los jóvenes y sus familias.
No hay duda que las múltiples facetas cotidianas en el hogar y el aula universitaria convergen en los estudiantes y es una proyección del futuro profesional.
Los profesores, compañeros y familiares del joven van descifrando su cambio de personalidad, que se revela en sus expresiones, sus ideas y sus propósitos. Es una radiografía social que identifica claramente al que va a la universidad a estudiar o a travesear, al que cumple puntualmente sus deberes o no, al responde con seguridad en un examen o copia descaradamente.
Se trata de una relación circular en la que todos somos participes del producto social que el hogar y la universidad entrega a la sociedad. Entonces no hay excusas, todos somos responsables de lograr un ciudadano nuevo, agradable, democrático, cooperador, trabajador y positivo.
Por supuesto, que no podemos ser ingenuos e ignorar que las condiciones económicas, sociales y culturales no son óptimas y afectan sistémicamente a los estudiantes, pero en ningún caso pueden considerarse como excusa para la mediocridad, y deben ser siempre analizadas para orientar el desenvolvimiento social de todos sus miembros.
Reitero, la misión de la universidad es formar a estudiantes de manera integral, desarrollando sus capacidades y conocimientos conceptuales, procedimentales y valorativos. El perfil que deben alcanzar los estudiantes al término de sus estudios debe ser expresión de ese logro de formación, cuando suceda este gran acontecimiento, por fin, aparecerá el Hombre Nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario