A lo largo del tiempo y en diversas circunstancias los manabitas hemos demostrado tener la capacidad de emprender acciones decisivas frente a condiciones fulminantes: guerras, sequías, inundaciones, centralismo, que por su negatividad rotunda ha sido imposible eludir pero que hemos enfrentado para mantenernos con dignidad y orgullo provincial.
También, nos ha correspondido mantener el ánimo para conseguir los objetivos esquivos que nos hemos propuesto. Sobretodo, cuando nos ha constado que entre los provincianos se cuentan los principales enemigos de las propuestas manabitas.
Bien lo afirmó Albert Einstein, célebre científico de origen alemán: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”. Ha sido esa fuerza la que nos permitió actuar destacadamente en las luchas independentistas, la alfarada, perturbaciones internacionales que han amenazado al país, los paros de Portoviejo. etc.
También, ha sido nuestra voluntad manabita que ha mantenido en pie al autonomismo provincial, que no es ni de derecha ni de izquierda. La dialéctica nos ubica en este siglo XXI, en otros escenarios de la dignidad humana.
Así como la voluntad transporta las montañas, puede permitir a un pueblo ser responsable de su destino. Manabí puede y debe ser guiada y dirigida por manabitas; contra ello, ni el centralismo quiteño ni el autonomismo guayasense podrán oponerse.
En vano al ejército manabita le arrebataron al general de las mil batallas, porque mientras haya un manabita con voluntad, la lucha continuará porque quien tiene la voluntad tiene la fuerza.
Por tanto, es fundamental que los manabitas ya no consideremos a nuestra realidad como algo aislado, sino como la representación de nuestra voluntad.
Vivimos lo que queremos, lo deseamos, lo que somos capaces de lograr. Habrá bien común, si hay libre comunión en la idea y en la acción. Un sistema político diferente no parte sólo de nuestro juicio o diagnostico, sino de nuestra acción cotidiana y continua porque todos estamos sujetos a un sistema mutuo, llamado realidad.
Nuestra democracia es la representación de una realidad mayor, que requiere contar de nuestro juicio. Esto es posible si construimos democracia desde el hogar, el barrio, el cantón.
Construyendo una sociedad autónoma, estamos más cerca de ser una provincia - región autonomista, fuerte y decisiva ante el país y capaz de controlar el absolutismo, libre albedrío, anarquismo y el determinismo de ser una sociedad dependiente, colonial, sometida y subdesarrollada.
Así lo entendimos el 75 % de los manabitas que el 17 de septiembre del 2000 votamos Sí en la consulta popular pro autonomista, es momento de recordar, pese a que la clase política provincial se encuentra en un largo letargo.
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